Las cosas están mal. Y van a empeorar. Eso lo pensamos y lo
decimos muchos. Naturalmente ya nos gustaría creer, ver o simplemente intuir
que hay alguna luz en el horizonte. Por ejemplo una velita podría encenderla,
si gana las próximas elecciones, Hollande, el candidato socialista francés.
Depende, sobre todo, de lo que haga. Por el momento sólo ha dicho algo. Tendrá
que avanzar, que del dicho al hecho, hay un trecho.
Pero bien, algo es algo. Como lo es la semilla plantada por
el 15 M. Como lo puede ser el acuerdo alcanzado por el PSOE e IU en Andalucía.
Programa, programa, programa...
Por otra parte parece, según recogen las últimas encuestas,
que decrece el apoyo popular hacia el Partido Popular. Y eso que sólo llevan
cuatro meses en el machito. Eso sí, vaya cuatro meses. Han entrado como
elefante en cacharrería ajena (con perdón de los elefantes, últimamente
bastante ultrajados y perseguidos), y no han hecho más que empezar. Recortes,
perdón, quiero decir ajustes: sueldos a la baja con más horas de trabajo,
despidos a la carta, naufragio de toda clase de servicios, incluyendo la
educación y la salud, amnistía fiscal para los defraudadores, subida del IVA en el horizonte y un empeño digno
de cualquier dictadura bananera (o franquista) por llegar a culpabilizar y
encarcelar no sólo a quienes se manifiesten de forma violenta, que tiene su
pase, sino a cualquiera que convoque esas protestas...
Decíamos entonces que las cosas van de mal en peor, pero que
quizá, que tal vez, que puede que algunas cosas puedan cambiar en el futuro.
El signo, por ejemplo, del partido en el poder. Claro, si el
PP pierde apoyos y aún perderá más con su aplicación de los dictados
financieros-merkelianos, y con el incumplimiento total de su propio programa
electoral, puede que no dentro de dos siglos, ni de doce u ocho años, sino de
cuatro, cambien las tornas y el rechazo frontal a sus políticas devuelva el
poder al PSOE.
¿Y para qué?
O sea, tendrían que votar a los socialistas unos cuantos
millones de españoles, incluidos sus militantes desengañados o críticos, que no
lo han tenido tan claro últimamente, los desencantados y desconcertados que
desde luego no lo han hecho en las últimas consultas. Y así sucesivamente.
¿Y para qué?
¿Para hacer lo mismo, solo que con remordimiento de
conciencia? ¿Para aplicar los dictados financieros-merkelianos al uso? ¿O es
que me equivoco si recuerdo que quien inició el camino hacia el abismo fue el gobierno de
Zapatero, del que formaban parte, es sólo un apunte, Rubalcaba y la dulce
Chacón?...
Bueno, ¿y por qué tanto para qué? Lo quiero contar porque,
además de inspirarme esta parrafada, me resultó entrañable y luminoso. Comíamos
juntos un grupo de amigos entre los que algunos han cultivado rosas, incluso en
puestos de responsabilidad política. Y la conversación llegaba a las encuestas,
al posible deterioro y caída de la imagen y apoyos del PP. Alguien comentó
entonces, que todo apuntaba, lo decíamos antes, a una posible y rápida vuelta
al gobierno del PSOE. Y entonces, uno de ellos, alguien que en su momento llevó
y mereció la vara de la libertad, dijo:
¿Y para qué?
Y el eco respondió:
¿y para qué?
(Entenderéis que hoy no acabe con música o poesía, hoy sólo hay que contestar a la pregunta).
Salud.