En vez de clarines de guerra, han sonado esta vez los ayes
de los condenados y la voz solista del coro de verdugos diciendo, “a éste ya os
lo habéis cargado”.
Todo un símbolo para una guerra de ocupación, una guerra
“santa” declarada incluso por el gobierno de España (contra viento y marea, o sea,
contra los vientos del pueblo y la marea ciudadana que se opuso a la misma).
Una mentira absurda y mucho más masiva y destructiva que las armas de
destrucción masiva que no existían más que en las mentes calenturientas de
Bush, por entonces emperador de todos los estados unidos del norte de América,
y de su trompetero Aznar. (Creo que firmaron también un desdibujado laborista,
hijo de la gran, y un pobre hombre, portugués por más señas, al que ahora mismo
no le da vergüenza encabezar el desaguisado europeo, más borroso que Barroso).
Puede que la acción denunciada a los 10 años de iniciada
aquella desastrosa aventura sólo sea la punta de un iceberg. O que realmente,
como apuntan los tirios y troyanos de lo políticamente correcto, sólo sea un
caso aislado y ajeno a las órdenes del mando. Todo puede ser, aunque
reconoceréis conmigo que cuando se jalea
y celebra la lucha contra el enemigo número uno del mundo, contra el
mismo Satán, todo vale o puede valer. Los miles y miles de muertos civiles en
la guerra de Irak son un ejemplo. La destrucción que resta en aquel país por los siglos de
los siglos y las bombas que se reparten ahora en cualquier día, en cualquier
mercado, también.
Podemos aceptar que con otros objetivos y acuerdos
internacionales, las misiones militares del ejército español en otros lugares
hayan sido más pacíficas y hasta humanitarias. Sin desconocer por ello que
muchos defendemos que la actuación humanitaria corresponde a las Asociaciones e
Instituciones igualmente humanitarias, entre las que difícilmente puede estar
un ejército o agrupación militar. Sí correspondería esa misión humanitaria a
Cruz Roja, por ejemplo, o a Médicos sin fronteras y gente así.
Y es que cualquier actuación pretendidamente no militar
sobre la realidad o los problemas de una población que vive situaciones,
geografías, idiomas y circunstancias tan diferentes, cuando llega apoyada por
armas y tanquetas en posición de tiro, no es creíble. Y en muchas ocasiones ni
aceptable.
¿Entonces? Ya no hay imperios que conquistar, ni colonias
que machacar, tampoco es misión del ejército vigilar de fronteras para dentro
-por más que alguna voz con estrellas y en nuestro país resbala sobre el tema
de vez en cuando-; en todo caso cuidar las fronteras. De España o de Europa,
por si vuelven a atacarnos los tártaros o se produce finalmente la tan
anunciada y cinematográfica invasión de los marcianos. Vigilancia y convivencia
en paz, que es justamente lo contrario a la guerra. Y para conseguir la paz, lo
que hay que preparar no es la guerra, sino la paz.
Acabo. Además de revisar el video español-irakí si no lo
conocéis, os dejo una canción. Un poema de Bertold Brecht que musicó Adolfo
Celdrán y que yo he cantado en todas las formaciones musicales a las que
pertenecí. Incluyendo aquella, más guerrera que musical, que se producía en la
escuadrilla del cuartel de Recajo cuando el imaginaria decía, “ya se ha ido el
sargento, ya se ha ido el sargento, canta la del General”, y yo cambiaba el
cetme por la guitarra y cantaba la del General... Pues eso, ahora va la del General, con Adolfo Celdrán y Bertold Brecht.
Salud y Paz.